Londres, Reino Unido | AFP | Un año después de su sonada ruptura con la familia real británica, las confesiones del príncipe Enrique y su esposa Meghan en la televisión estadounidense este domingo prometen ser directas y potencialmente explosivas para la monarquía.
Durante una entrevista de dos horas con Oprah Winfrey de la que el canal CBS ya adelantó algunos fragmentos, la exactriz estadounidense de 39 años, duquesa de Sussex desde que en 2018 se casó con el nieto de Isabel II, habla abiertamente de cómo la trataron la familia real y la prensa británica.
En uno de los extractos vistos hasta ahora, Meghan acusa al Palacio de Buckingham de «perpetuar falsedades» sobre la decisión de la pareja a principios de 2020 de abadonar sus responsabilidades en el seno de la familia real y mudarse a California.
La difusión de estas declaraciones, grabadas hace unas semanas, se produjo el miércoles a las pocas horas del anuncio por parte del palacio de que investigaría informaciones de prensa según las cuales Meghan acosó a sus empleados cuando vivía en Londres.
Esta es una decisión muy inusual para una institución poco acostumbrada a dirimir disputas en público y una muestra de la magnitud de la crisis, sin precedentes desde la ruptura de la princesa Diana con la monarquía británica.
La entrevista «provocará casi con toda seguridad una situación embarazosa para la familia real», dice a la AFP el experto en realeza británica Richard Fitzwilliams.
En su opinión, los duques de Sussex atacarán a la prensa británica, que es implacable con ellos. Pero si se aventuran en el terreno «personal» y «critican a otros miembros de la familia real, eso definirá su relación en el futuro», haciendo temer que un vínculo ya tenso se rompa de una vez por todas.
– Ni quejarse ni dar explicaciones –
La familia real nunca se ha sentido cómoda con las confesiones públicas, tan alejadas de su consigna «nunca te quejes, nunca des explicaciones».
Las pocas entrevistas largas que han concedido los miembros de la monarquía británica fueron «catastróficas», recuerda Fitzwilliams.
El príncipe Carlos, padre de Enrique, se vio en grandes dificultades cuando confesó en 1994 haber tenido una aventura.
Un año después, la princesa Diana concedió una explosiva entrevista a la BBC, en la que explicó largamente la deriva de su matrimonia ante casi 23 millones de espectadores.
Más recientemente, en 2019, el príncipe Andrés, hermano de Carlos, se vio obligado a retirarse de la vida pública tras defender en televisión su amistad con el fallecido multimillonario estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores, sin mostrar ninguna compasión por las víctimas.
Según Omid Scobie, coautor de la biografía de Enrique y Meghan «Finding Freedom», es poco probable que la entrevista del domingo haga cambiar de opinión a la gente, dado que la mayoría de británicos «ya han elegido su bando».
Pero el público podría «salir al menos un poco más informado» sobre las razones del «Megxit», añade.
«Será una oportunidad para que cuenten su versión de la historia: dado que los periodistas han pasado los últimos tres años hablando de este tema, parece justo que tengan dos horas para hacer lo mismo», considera.
– «Simplemente un mal momento» –
Enrique, de 36 años, sexto en el orden de sucesión al trono británico, ha culpado repetidamente a la prensa británica de haber contribuido a la muerte de su madre en 1997.
En los extractos difundidos por CBS, explica que abandonó definitivamente el Reino Unido por miedo a que «la historia se repitiera».
Sin embargo, el momento elegido para explicarse no es el mejor: la entrevista grabada en su lujosa mansión de Santa Bárbara se emitirá el mismo día que una de las escasas intervenciones televisadas de la reina, con ocasión del Día de la Commonwealth.
Peor aún, tiene lugar cuando el príncipe Felipe, abuelo de Enrique, convalece a sus 99 años de una operación cardíaca, tras casi tres semanas en el hospital.
Según Fitzwilliams, habría sido «más oportuno» que Enrique y Meghan pidieran a su amiga Oprah Winfrey que retrasara la emisión.
Es «simplemente un mal momento», dice, aunque reconoce: «¿Habrá un momento perfecto? (…) No estoy seguro».