Adolf Hitler, el canciller alemán que desató la Segunda Guerra Mundial y auspició la matanza de seis millones de judíos, se suicidó un día como hoy en 1945 en su «bunker» de Berlín, junto a su esposa Eva Braun.
Hitler fue un político, militar y dictador alemán de origen austrohúngaro, canciller imperial desde 1933 y Führer líder de Alemania desde 1934 hasta su muerte. Llevó al poder al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán o Partido Nazi, estableciendo un régimen totalitario durante el período conocido como Tercer Reich o Alemania nazi.
El dictador alemán rearmó a su país, violando el Tratado de Versalles, e inició una campaña de anexión de territorios europeos que desencadenó la Segunda Guerra Mundial del siglo XX. Habiendo firmado un Pacto de No Agresión con la Unión Soviética, Hitler se embarcó en la conquista de Rusia, detrás de sus minas de hierro y pozos petroleros, pero su ejercito fue derrotado en las cercanías de Stalingrado, iniciándose, a partir de entonces, el avance ruso hacia Alemania.
Hacia el mediodía del 30 de abril comunicó a Martin Bormann la decisión definitiva de suicidarse y dio a su ayudante Otto Günsche instrucciones estrictas sobre la cremación de su cuerpo y el de su esposa, según dijo no quería que fueran exhibidos en el “museo de cera de Moscú”.
Inmediatamente Günsche ordenó al chófer de Hitler, Erich Kempka, que consiguiera unos doscientos litros de gasolina y los hiciera llevar al jardín de la Cancillería, luego como de costumbre sobre la una, Hitler almorzó con aparente tranquilidad en compañía de sus secretarias, Traudl Junge y Gerda Christian, y de su cocinera Constanze Manziarly.
Después de comer Hitler se retiró a su habitación y regresó poco después acompañado de Eva Braun para una última ceremonia de despedida, allí estaban presentes Martin Borman, Joseph Goebbels, Wilhelm Burgdorf, Hans Krebs, Otto Günsche, Walther Hewel, Peter Högl, Heinz Linge, Werner Naumann, Johann Rattenhuber y Erich Voss además de Magda Goebbels, Else Krüger y las otras tres mujeres asistentes a la comida, a quienes este les dedicó unas pocas palabras y, posterior a la conversación, se encerró por última vez en su despacho acompañado por Eva Braun.
Confirmadas las muertes de ambos, sus cadáveres fueron envueltos en mantas proporcionadas por Linge y fue también él mismo, con ayuda de tres miembros de las SS, quien se hizo cargo de transportar el cuerpo de Hitler hasta los jardines de la Cancillería, para lo que era necesario subir un tramo de escaleras de unos siete metros y medio.