Frente a una playa semivacía, Cristian Martín espera que el tímido regreso de visitantes se vuelva caudal en verano para recuperar la «normalidad». Tras un año negro por la pandemia, Torremolinos, en la española Costa del Sol, aguarda con esperanza a los turistas.
A la espera de que el 7 de junio España reabra sus fronteras a todo turista vacunado, en diagonal a la pizzería donde Cristian espera algún cliente, el hotel Meliá Costa del Sol reabrió sus puertas el martes tras nueve meses cerrado.
«Vemos algo de recuperación con el cliente nacional», se congratula el subdirector Orlando Pérez, en la puerta principal del hotel de dos torres color terracota, en pleno paseo marítimo de Torremolinos, el bulevar que discurre junto a la playa en esta localidad balnearia andaluza (sur).
Para la semana que viene, el hotel tendrá una ocupación de 35% de las 540 habitaciones, lejos aún del 90% de ocupación estival prepandemia.
Pero Pérez pone la mirada en el turista internacional, que espera retorne en los meses siguientes a medida que avanza la vacunación en países emisores.
Empresarios consultados en la zona centran sus esperanzas en la apertura de fronteras para extranjeros vacunados el lunes en España, segundo destino turístico mundial antes del 2020.
Además, el 1 de julio debe entrar en vigor el certificado covid europeo, que facilitará los viajes dentro de la Unión Europea.
El gobierno español cifra en 45 millones los turistas que espera este año (en 2019 fueron 83,5 millones).
Actividad al 50%
Ante este panorama, al igual que el Meliá, otros hoteles y restaurantes del paseo marítimo reabren o completan reformas para hacerlo.
Pero a medida que uno se aleja de la playa, se ven más y más hoteles y negocios cerrados, marca visible de la pandemia en Torremolinos, «eje turístico» de la Costa del Sol que «depende totalmente del sector», a juicio de su alcalde, José Ortiz.
Ha sido «el golpe más fuerte que ha tenido la ciudad», pero las «expectativas son mayores» y la actividad turística podría alcanzar el 50% de su nivel prepandemia entre junio y julio, confía Ortiz a la AFP.
Por lo pronto, ya comienzan a llegar los turistas nacionales, que representaban la mitad del millón de turistas que esta ciudad de 68.000 habitantes recibía anualmente hasta 2019, sobre todo desde el fin del estado de alarma a principios de mayo, que por seis meses impidió viajar entre regiones.
Pero un elemento de preocupación permanece: pese a que pueden venir a España sin restricciones desde el 24 de mayo, los británicos, un tercio de los visitantes de Torremolinos, tienen todavía que guardar cuarentena y someterse a pruebas PCR al volver a casa. Un disuasivo para veranear en España.
«El mercado británico supone el 70% de los turistas internacionales para algunos hoteles», explica Javier Hernández, vicepresidente de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol, quien atempera un poco las expectativas. Sigue habiendo «mucha incertidumbre».
«Retomar la normalidad»
Pero en el paseo marítimo de Torremolinos, se respira esperanza.
Tras un año «fatal», «ahorita es cuando la gente empieza a sacar la cabeza, muy poco a poco, se empieza a ver color», dice Cristian Martín, 24 años, contratado como camarero hace tres semanas en Pizza Mare.
«Se espera que para mediados de junio y julio se empiece un poquito más a retomar la normalidad», señala sonriente.
«Hay muy buenas perspectivas de cara al verano, hemos estado cerrados sin actividad, pero sí que se ve que va a ser un buen verano», afirma Antonio Domínguez, en su local frente al mar, Edén Beach Club, donde grupos de personas sentadas en hamacas de playa toman mojitos.
«La mascarilla, por favor, la mascarilla», le dice Antonio a un cliente, recordándole que debe portarla para ir al baño, parte de las medidas anticovid que el local respeta, como separación de mesas y aforo reducido.
Los hoteles también se acondicionan para atraer al cliente, como el Meliá, donde se desinfecta a fondo las habitaciones, se las deja ventilar 24 horas entre clientes, los implementos en sus restaurantes son de un solo uso, hay dispensadores de gel hidroalcohólico en cada esquina… «Seguridad a tope», resume Orlando Pérez.