A diferencia de otros cristales, que tienen una estructura de átomos ordenada, el nuevo material combina patrones de átomos definidos con otros caóticos, y es justamente esta mezcla de orden y desorden la que le confiere sus espectaculares características.
El pasado 5 de agosto, un grupo internacional de investigadores publicó en la revista científica National Science Review un estudio en el que afirman haber creado el material más duro y resistente conocido en el mundo hasta ahora. Hecho a base de carbono y de apariencia similar a la de un cristal, este material también posee propiedades semiconductoras y de absorción de luz comparables al silicio que se usa en las células fotovoltaicas.
Según los investigadores, el nuevo material (denominado AM-III) alcanza los 113 GPa en el test de dureza de Vickers, por lo que es capaz de rayar un diamante. A modo de comparación, los diamantes naturales tienen una dureza de entre 50 y 70 GPa, mientras que los artificiales pueden llegar a 100 GPa.
El AM-III fue desarrollado mediante la combinación de fullerenos, unas moléculas compuestas de carbono y con forma de esfera. A diferencia de otros cristales, que tienen una estructura de átomos ordenada, el nuevo material combina patrones de átomos definidos con otros caóticos, y es justamente esta mezcla de orden y desorden la que le confiere sus espectaculares características.
«El carbono es uno de los elementos más fascinantes, debido a sus formas alotrópicas estructuralmente diversas, derivadas de sus variedades de enlace. La exploración de nuevas formas de carbono siempre ha sido el tema eterno de la investigación científica», se subraya en el estudio.
Gracias a sus propiedades semiconductoras y su altísima resistencia, el AM-III podría ser utilizado para construir placas solares y otros aparatos fotovoltaicos que estén expuestos a condiciones extremas de temperatura y presión.
«La aparición de este tipo de material de carbono ultraduro, ultrarresistente y semiconductor, ofrece excelentes opciones para las aplicaciones prácticas más exigentes», afirman los investigadores, y concluyen que se requiere «una mayor exploración experimental y teórica de los compuestos de carbono».
RT