Corpus Christi, conocido igualmente como Cuerpo de Cristo, Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, se conmemora como una eucaristía para adorar la presencia de Jesús.
Es una festividad móvil de la religión católica, contemplada en el calendario litúrgico. Se celebra el jueves siguiente a la solemnidad de la Santísima Trinidad, la cual se lleva a cabo el domingo siguiente a Pentecostés (sesenta días después del Domingo de Resurrección).
El Corpus Christi tuvo sus orígenes en la Última Cena de Jesucristo junto a sus doce discípulos, durante la noche del Jueves Santo. Jesucristo convirtió el pan en la representación de su cuerpo y el vino, que representaba su sangre, invitando a sus discípulos a que comieran y bebieran de él. Este acto precede el santo sacrificio de Jesús en la cruz, venerando su santidad como representante de Dios en la tierra.
De acuerdo a registros e investigaciones de historiadores, en la Edad Media (año 1208) la religiosa Juliana de Cornillon propuso celebrar esta festividad en honor al cuerpo y sangre de Cristo presentes en la Eucaristía. Dicha propuesta se materializó en el año 1246, en la Diócesis de Lieja, ubicada en Bélgica.
Ya en el año 1263 sucedió un hecho milagroso en la localidad de Bolsena (Italia), cuando, en la celebración de una misa, un sacerdote rompió la hostia consagrada, brotando sangre de ella. Esto consolidó esta festividad litúrgica del Corpus Christi.
En el Concilio de Vienne (año 1311) Clemente V reguló el cortejo procesional en el interior de los templos. En el año 1316 Juan XXII introdujo la Octava que incluyó la exposición del Santísimo Sacramento y el papa Nicolás V encabezó la procesión en la festividad del Corpus Christi del año 1447, con la Hostia Santa por las calles de Roma.
En el país, como dato curioso se destaca una leyenda que no ha sido autorizada por la Iglesia Católica, referida a un buey que habló a su amo por no respetar el Corpus Christi como día de recogimiento, por tratarse de una celebración cristiana.