Ciudad del Vaticano.- El secretario de Estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, afirmó hoy que la Santa Sede no ha pedido detener el proyecto de ley contra la homofobia que se debate actualmente en el Senado italiano y solo ha mostrado sus preocupaciones dentro de los canales diplomáticos habituales.
«De ninguna manera se ha pedido que se bloquee la ley. Estamos en contra de cualquier actitud o gesto de intolerancia u odio hacia las personas por su orientación sexual, así como por su etnia o sus creencias», subrayó Parolin en una entrevista publicada en el portal de noticias Vatican News.
«Nuestra preocupación concierne a los problemas interpretativos que podrían surgir si se adoptara un texto con contenidos vagos e inciertos, lo que terminaría trasladando la definición de lo que es delito y no lo es al proceso judicial. Pero sin darle al juez los parámetros necesarios para distinguirlo», añadió.
El secretario de Estado vaticano respondió así a la polémica surgida después de que el martes se supiera que el Estado de la Ciudad del Vaticano ha pedido formalmente al Gobierno italiano que revise algunos aspectos de este proyecto de ley.
El secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher, entregó el pasado jueves una carta en la embajada italiana ante la Santa Sede para reclamar esos cambios, según reveló el 22 de junio el diario «Corriere della Sera», una noticia a la que respondió un día después el primer ministro italiano, Mario Draghi, recordando que Italia «es un Estado laico, no confesional», y que su Parlamento es «libre de debatir».
«Estoy totalmente de acuerdo con el primer ministro Draghi sobre el carácter secular del Estado y sobre la soberanía del Parlamento italiano. Por ello, se eligió el instrumento de la nota verbal, que es el medio adecuado de diálogo en las relaciones internacionales», dijo hoy Parolin, quien insistió: «No ha sido una interferencia».
El Vaticano ha pedido a Italia que revise una serie de puntos del proyecto de ley contra la homofobia porque a su parecer viola el Concordato entre ambos Estados, una postura vista por algunos como una intromisión, pero «agradecida» por la derecha.
El cardenal italiano alegó que «hasta ahora el tema del Concordato no había sido considerado explícitamente en el debate sobre la ley» y que la carta «quiso llamar la atención sobre este punto, que no se puede olvidar».
La Santa Sede, dijo Parolin, cree que este proyecto de ley -que lleva el nombre del diputado progresista Alessandro Zan y puede convertirse en la primera norma contra la homofobia en Italia- no define con detalle el concepto de discriminación y amenaza con castigar «cualquier posible distinción entre hombre y mujer, con consecuencias que pueden resultar paradójicas» y que el Vaticano cree que «se deben evitar, mientras haya tiempo».
Finalmente, justificó que la Santa Sede haya hablado ahora porque «una vez aprobada la ley habría sido tarde» y «podría haber sido acusada de silencio culpable».
El proyecto de ley persigue como delito de odio la «discriminación y violencia por motivos basados en el sexo, el género, la orientación sexual, la identidad de género y la discapacidad», del mismo modo que ya se contempla para casos de racismo, por ejemplo, y la Iglesia teme que su posición en estos temas pueda ser considerada delictiva y no una opinión más.